Violencia cometida por su pareja daña salud mental de mujeres
Por Argelia Herrera Gutiérrez/corresponsal
Villahermosa, Tab., 9 julio 08 (CIMAC).- La violencia física, psicológica, sexual o económica cometida contra las mujeres por sus parejas puede generar severos problemas de salud mental e incluso las puede llevar a la locura, además de poner en riesgo su integridad física.
Así lo dijo la psicóloga Cynthia Gómez Gallardo, especialista en el tema y académica de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, quien advirtió que los síntomas y repercusiones emocionales de la violencia más frecuentes son: temor, sentimiento de impotencia, insomnio, desórdenes alimenticios, del dormir, cuadros de depresión que se alargan cada vez más, ideas suicidas, cuadros sicóticos y susceptibilidad para adquirir alguna adicción.
El tratamiento emocional resulta ser indispensable para que las mujeres que viven o han vivido violencia puedan transformar su situación, el cual puede ser a través de grupos de autoayuda o de atención individual, pero es muy importante que la atención la brinde personal calificado con formación en psicología y tratamiento terapéutico así como entrenado en la problemática de la violencia hacia las mujeres y la perspectiva de género, aseguró la psicóloga Gómez Gallardo en entrevista.
Es un asunto que impacta en la economía del mundo porque los gastos que se generan por la atención en los servicios de salud de las mujeres superan, según datos del Banco Mundial, los recursos que se aplican para las enfermedades de cáncer, diabetes y del corazón, de acuerdo a lo referido por la académica de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
En muchos casos, las mujeres al no poder parar la violencia de la que son receptoras y ante la indiferencia de las personas que la rodean en torno a su situación, somatizan su situación psico-emocional y aparecen serios problemas de salud física: trastornos digestivos, úlceras, contracturas musculares, hipertensión, infecciones recurrentes, que resisten a todo tratamiento médico.
El miedo y el sentimiento de minusvalía es uno de los rasgos psico-emocionales que aparecen casi desde el inicio de las agresiones. Estas emociones pueden llegar a dominar y controlar por completo la vida de las mujeres, situación que produce que la vulnerabilidad ante el agresor aumente a medida que pasa el tiempo.
Quienes son violentadas por parte de sus parejas, desarrollan en diferentes momentos síntomas emocionales que pueden llegar a ser crónicos, asegura la catedrática de la máxima casa de estudios en Tabasco.
El efecto negativo en el estado emocional de las mujeres que viven violencia es inevitable, debido a que la violencia es una agresión, un ataque. Pone en jaque la integridad y hace surgir casi de manera instintiva el rechazo, bloqueo ó represión, huída, frente a un evento (ataque, golpe, insulto, amenaza) que psíquicamente “inunda” de energía el psiquismo y frente a esto no es posible responder de manera “racional”, lógica, de acuerdo al principio de realidad.
Y es así como se estructura el trauma, la huella mental que buscará una salida a través de los trastornos físicos y emocionales, dice la especialista.
DESDE EL HOSPITAL
Es el caso de Patricia Martínez Méndez, de 40 años aproximadamente. Piel blanca y cabellos suavemente rizados, peinados hacia atrás. Sus ojos color miel tienen un dejo de tristeza…
Dice que su historia es bastante larga. Estuvo en el penal de Villahermosa a raíz de que cometió delito de robo en una tienda, hurtaba artículos para venderlos después y comprar droga.
Al ser analizada por los doctores en el reclusorio y conocer el veredicto del psiquiatra, la enviaron primero al hospital psiquiátrica, después a Oceánica y tras terminar su tratamiento, nuevamente al hospital psiquiátrico de Villahermosa donde nos dio esta entrevista.
Ahí le diagnosticaron depresión crónica. “Tengo trastornos emocionales por golpes y malos tratos por parte de mi marido” dice mientras juega entre sus manos el delantal que forma parte del uniforme del hospital, que por el momento es su hogar.
Madre de dos varones, de 21 y 13 y una jovencita de 17 años, Patricia es una mujer que manifiesta deseos de salir adelante, recuperar su vida. Se muestra preocupada por el daño que pueda hacer esta situación a sus hijos e hija y también por el alcoholismo de su esposo y su relación con ellos.
Fue maestra de educación preescolar y perdió su oportunidad por la droga, nos explica. Primero empezó a hacerlo en las fiestas, muy de vez en cuando y después cada 15 días, cada vez más cercano hasta que empezó a faltar y después ya no pudo más.
“Ya no me siento muy mal de salud, he superado mucho, me acuerdo de todo”, asegura sentada en aquella silla de la dirección general del hospital donde acepta hablar para este medio de comunicación.
Extraña a su padre, hermana, hijos e hija, todo su mundo exterior pero también sabe que tiene que llevar a cabo su tratamiento para superar el trastorno mental denominado Depresión Crónica que le fue causado por los golpes y malos tratos que ha sufrido durante tantos años y que pretendió superar, erróneamente, entrando en el mundo de la drogas.
Alza la mirada y dice, como quien cuenta un secreto que la llena de emoción, “a como fue avanzando el tiempo estoy mejor, estoy en una área libre, se llama pre-alta, en donde estamos próximos a salir”.
Cuando dice que piensa que ya tocó fondo, sus ojos se llenan de brillo y se asoma una lágrima, se detiene en la conversación y después de un largo suspiro continúa, “ya es mi momento, estuve en la cárcel, me pasé ahí el 24 de diciembre, el 31 de diciembre, estuve 42 días en Oceánica fuera del estado y ahora aquí en el hospital psiquiátrico que aunque nos tratan bien ya quiero salir”.
“Después del tratamiento que empecé en México y continúo aquí, sé que debo enfrentar mi realidad, aventarme al ruedo y enfrentar mi situación. Me siento con la capacidad suficiente más la ayuda de la gente del hospital, que me han ayudado mucho, psicólogos, psiquiatras, terapeutas, todo es una ayuda integral y no tengo queja alguna, sé que saldré adelante” concluye.
7/12/2008
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